EL SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD PRINCIPAL ELEMENTO FACILITADOR DEL
VACIO EXISTENCIAL TRAS LA RUPTURA DE PAREJA.
Toda ruptura de pareja
supone dejar atrás vivencias y
experiencias compartidas, intereses, hábitos y modos de vida que a lo largo
de los años sustentaron y dieron sentido al día a día de dos personas, que un
día se amaron y que en sus buenos momentos, compartieron un proyecto de vida, una
ilusión, una preocupación mutua por su bienestar. Esa unión, si es auténtica, se convierte en
el centro de la vida de la pareja y de hecho la pervivencia y calidad de la
relación dependerá básica y fundamentalmente de la implicación en el cuidado de ese proyecto
común, de esa unión y de la ilusión por mantenerla
viva.
Pero en ocasiones surgen dificultades, adversidades externas o
internas y por diferentes motivos la
pareja se ve desbordada e incapaz de hacerlas frente con éxito. Esta
situación se convierte, sino se acierta en la toma de decisiones, en un elemento
erosionante de la convivencia, viéndose afectadas de manera ineludible las
principales áreas que soportan una relación sana como son la confianza, la sinceridad, la
comunicación, la empatía y la preocupación sincera por el
otro.
Todo ello va generando un escenario de suspicacia mutua, de
distanciamiento y de hostilidad, que termina por alcanzar un grado de
deterioro tal que la pareja no puede soportar, fundamentalmente porque entiende
que va en contra de la esencia misma de toda relación humana íntima, el amor y la felicidad. Así pues,
terminamos por ver a la persona amada, a la persona a la que confiamos nuestras
más íntimos deseos, confidencias y aspiraciones en un ser hostil, un enemigo, un
extraño.
Llegados a este punto, en el que la pareja toma conciencia de la frustración
y sufrimiento que le ocasiona la convivencia, elabora y madura la idea de la
ruptura, de la separación, del final del proyecto en común. Esa primera idea le
genera un cierto alivio, una esperanza, la persona piensa que en cierta forma está en su mano terminar con todo este
sufrimiento, este padecimiento, solo le falta llenarse de valor y tomar la decisión. Para ello
la vía más fácil es aumentar la tensión hasta un punto en el que las
discusiones, las faltas de respeto, la desconfianza mutua se instale de tal
manera, que se convierta en la protagonista cotidiana. Se trata de odiarse,
terminar definitivamente con el amor y con la imagen anterior que se tenía del
otro.
Así pues, la ruptura y la separación está servida, cada uno de los
miembros de la pareja vierte todos sus esfuerzos en cargarse de razones acerca de la
insolidaridad, egoísmo, arbitrariedad y desconfianza del otro. En esta fase se instala el dolor y las hostilidades
mutuas, faltas de respeto, todo con el objeto de romper esa imagen y auto-convencerse de que la decisión tomada
es la más conveniente.
Pero en muchos casos, las personas no tomamos en consideración las
consecuencias de este proceso, de esta decisión, una
decisión muchas veces basada en la incapacidad para valorar lo que se
tiene y en la impotencia provocada por la sensación de angustia e
infelicidad que nos crea sentirnos incapaces de cambiar las cosas,
haciéndonos pensar que la mejor opción es la huída, la
retirada.
Este tipo de situaciones a la larga, dan lugar a la presencia de un
estado que aparece una vez transcurre un tiempo y las cosas se calman. Aparece
entonces una enorme sensación de
vacío, provocada por la pérdida de la vida en común, y surgen los recuerdos
de esa vida, de esos intereses y proyectos comunes, las imágenes de días
felices, la calidez de la sonrisa y el abrazo de la persona amada y uno toma conciencia de ese hueco
enorme, insondable, inabarcable.
Entonces la persona, todavía inconsciente de que se encuentra
inmerso en un estado peligroso de duelo
no resuelto, inicia una serie de acciones dirigidas a llenar ese vacío,
trata de conocer a otras personas, ocupar su tiempo, pero nada le resulta
interesante, más bien se siente ridículo y estafado, francamente frustrado y enfadado consigo
mismo.
Surge la culpabilidad, los pensamientos auto-culpabilizadores y los
recuerdos se instalan de manera obsesiva en la mente del individuo. En ese
momento, aunque trate de iniciar acciones de acercamiento a la ex pareja, en
realidad están destinadas al fracaso, ese proceso está acabado. No obstante, la
culpabilidad se instala se aposenta y se cronifica debido al sesgo cognitivo que el sujeto se aplica
a sí mismo y que consiste en discriminar
todas aquellas actitudes y comportamientos propios que le llevaron a la
separación.
En este momento, la persona se encuentra en un período realmente
crítico, merced a un mecanismo
psicológico perverso que le impedirá ver la realidad con objetividad,
elaborar el pasado y el duelo de la ruptura y le generará un estado depresivo o melancólico profundo
que a su vez le incapacitará para
abrirse a nuevas experiencias y conocer nuevas
personas.
Si la persona no inicia un exhaustivo y complejo proceso de auto-reconciliación consigo
mismo, en el cual su principal objetivo sea la restauración de su propia
autoestima, se irá introduciendo más y más en su propio infierno de
soledad.
Fdo.
Ignacio González sarrió.
Psicólogo-Psicoterapeuta. Perito Forese
http://psicolegalyforense.blogspot.com
696102043. Valencia.
Psicólogo-Psicoterapeuta. Perito Forese
http://psicolegalyforense.blogspot.com
696102043. Valencia.
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